Cuando pienso que la vida me ha perdonado varias veces la muerte, me pregunto si no estaré incumpliendo un contrato cuyas cláusulas se me escapan, y lo único que tengo claro es que será el abajo firmante el que acabe pagando, por ejemplo por la cobardía de no falsificar mi firma en las dependencias de la rutina y rellenar con letra pequeña documentos que podrían llevar la rúbrica del diablo.
Vågen (Bergen, Noruega), miércoles 29 de julio de 2009
THE UNDERSIGNED’S SAD FATE
Whenever I think that life has spared my death several times, I wonder if maybe I am breaching a contract whose clauses I don’t know, and the only thing clear to me is that the undersigned will be the one who’ll end up paying, for instance, for the cowardice of not forging my signature in the rooms of routine and for filling up with small print documents that could be signed with the devil’s flourish.
Vågen (
11 comentarios:
Me gusta el lugar, llevo ya algún tiempo cerca, en otra parte de Noruega.
Entiendo que se quedara en el lavabo a escribir y no saliera fuera.
Cuando estuve casi me comen los insectos, parecían aviones gigantes.
Saludos.
Debe ser precioso Noruega. O al menos se ve que ayuda a la inspiracion.
El texto me encanto.
Besos.
El triste sino de los abajo firmantes es siempre el mismo. Triste, sí, y fundamentalmente inevitable.
La vida nos perdona muchas veces la muerte -a cada instante- y nunca sabremos muy bien por qué. Entre otras cosas, porque no creo que exista contrato alguno más que aquél que cada uno inventa para sí y transforma y altera tantas veces como le dicta la experiencia y firma y refirma tantas veces como haya tenido que alterarlo.
Y luego llega un día la vida y no te perdona la muerte cuando aún estabas tratando de cumplir el último contrato firmado, ¡la muy cabrona!
Pero así -al menos yo así lo creo- funcionan las cosas.
De los documentos que pudiera firmar el diablo, oye, no me parece buena idea ni olerlos. Ándate con ojo ;)
Un beso
Curioso, que la vida nos perdone la muerte, con frecuencia de forma tan conspícua que no nos queda más remedio que creerle alguna intencionalidad mmmm que no puede menos que llevarnos a una visión transcendente de nuestra existencia, ¿no?
Pero sí, yo dejaría un ninot mío de cartonpiedra en las depenencias de la rutina, que los que los comprueban no son más que los reflejos y las sombras de personas que, un día, idealmente fueron. En cuanto a la letra pequeña... yo me ubiera quedado sentado en ese bater noruego leyendo una y otra vez tu texto hasta la almorrana preguntándome cuántos deberíamos leerlo a la vez para que dejara de ser contrato diabólico y alcanzara a ser texto liberador...
Un gusto llegar aquí otra vez.
hubiera
Igual eres gato y por eso tienes aún reserva :)
¿Has vuelto alguna vez a alguno de los excusados en los que has dejado huella escrita para comprobar si aún está ahí?
Un saludo
...pero al final la muerte nos alcanza a todos, más tarde o más temprano...
Un saludo, Jota, da gusto volver a leerte
firma rebelde compañero...
nunca te des por vencido! buena estancia en Noruega
uno de los textos tuyos que más me han gustado
un abrazo
No hay cuidado, me han dicho que la deuda de mayor interes es no vivir la vida.
Estupenda entrada!
Un abrazo.
Las cláusulas de este contrato que ambos padecemos son completamente abusivas. Todo lo bueno, como decía la canción, acaba siendo ilegal, inmoral o engorda. Saltemos por encima de él y huyamos de la policía hasta que nos cojan.
Salud!
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